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lunes

¿Por qué los hombres olvidan tan rápido y las mujeres no olvidan nunca?



Ayer fue mi cumpleaños y él no me llamó.
Admiro a los hombres, aunque haya pasado una sola semana desde que lo dejamos… ya no se acuerda ni de mi cumpleaños, bueno, tampoco lo recordaba cuando estábamos juntos.
Pero yo sí, nítidamente, y cada regalo que le hice en los últimos 11 años. Lo sé, es enfermizo, pero es así:

- El primer año juntos, CD recopilatorio de Sabina y el libro con las letras de la canciones.
- El segundo, un libro de Gomaespuma y entradas para ir a ver la última película de James Bond.
- Un reloj.
- La cazadora para la moto, una cámara de fotos.
- Dos jerséis y un pantalón (fue una venganza porque él no me regaló nada).
- Calcetines y un calzoncillo (volvió a olvidarse).
- Entradas para ir a ver a Bon Jovi, aunque no me eligiera como acompañante… se fue con su amigo Paco.
- Una cena romántica (así por lo menos a mí también me tocaba algo).
- Un viaje a París (último intento de recuperar nuestra relación).
- Un perfume..(que ni se merecía).
¿Y él? Repitió, repitió y repitió. Flores, bombones y peluche. Flores, bombones…, y se olvidó.
Memoria selectiva que le llaman, porque los domingos que juega el Madrid, ¡¡lo recuerda tres semanas antes!!. Que mala memoria y que poca imaginación, no hay nada que soporte menos como un hombre sin imaginación, con agravante si es mentiroso.
Con lo fácil que es regalarle cualquier cosa a una mujer, sobre todo porque dos semanas antes… avisamos:
- ¡Mira que conjunto de ropa interior más ideal, ¿no te gustaría vérmelo puesto.. para mi cumpleaños?
O…
- ¡Qué zapatos tan bonitos! si tuviera dinero, pero son un caprichito. Y yo que tengo un 41.. ¿Crees que habrá mi número, cariño?
- ¡Uff!, que estresada estoy en el trabajo, necesitaría un Balneario o un fin de semana en una casa rural para desconectar, que suerte que mi cumpleaños este año caiga ¡¡en sábado!!!
Pero no, ni por esas. Él viene y te dice.
- Toma, he estado una semana dándole vueltas (mentira, piensa una), pero al final no sabía que regalarte (al menos esta vez se ha acordado, se consuela una)…Es una colonia…(guau, que sorpresa)… Creo que ésta es la que te gustaba, ¿no? (evidentemente no es la que usas)… Ya sabes que soy un desastre para estas cosas.

Con esa carita de pena, una se muerde la lengua para no responder: “La próxima vez, olvídate de mí, cariño”
Pero no fui yo quién lo dejé, sino él, decía que era muy difícil regalarme nada.

martes

ANOREXIA SEXUAL MASCULINA



Ayer leí en una revista de pura psicología, no sé si era, COSMOPOLITAN O VOGUE... un artículo sobre la “anorexia sexual masculina”. Como lo oyen.

Decía algo así como que, ante la liberación sexual femenina, ellos se sienten intimidados.
Vamos, que saben que se les compara, que tienen que sacar nota, y que el tamaño del lápiz importa.

Yo lo comento con mis amigas y estamos todas igual, gatillazo tras gatillazo. Que si se quedó dormido, que si solo quería besitos y dormir abrazaditos, que al último después de tres horas le tuve que decir: “¿Vas a terminar ya, o aprovecho y voy haciendo la cena?”

El caso es que ya no nos conformamos con el polvo chino de “YA TA”. Hemos sustituido el “¡Eres el mejor!” por “Eres el mejor en...” o “eres mejor que...”. Ahora queremos calidad, cantidad, duración y, las más católicas, lo digo por lo de la fe, REPETICIÓN.

Incluso hemos conseguido contestar al: - ¿No te gusta por detrás, cariño?, con: - ¿Y a tí, cariño? Porque se supone que ese es vuestro punto erógeno, cariño. El mío es éste, cariño, y está AQUÍ. Si yo me bajo al pilón a por agüita, tú te bajas al mar a buscar almejitas. ¡Hombre, que ya está bien!

Ahora si no nos gusta, no fingimos. Perdón, quería decir que se nos nota. Porque la cara de perro y la mirada asesina que se nos pone de: ¡no me vas a volver a follar más en tu vida, ni a mí, ni a las veinte amigas a las que se lo voy a contar!, traumatiza al hombre.

Está ocurriendo.

¡CUIDADO CHICAS! Después de tantos años de represión, hemos llegado ansiosas de placer y los abrumamos.

Y a mí todo esto me preocupa. Yo quiero rectificar, no me queda otra sino, no.

No voy a exigir tanto, voy a ser dócil, paciente, pasiva, no la chuparé, no azotaré, no utilizaré utensilios extraños o los alimentos que vamos a tomar, no morderé, ni adoptaré posturas inadecuadas, no ataré, no gemiré, no ladraré, no, no, no...NO!


Mirad chicos, lo siento, allá cada uno con sus complejos, que todos tenemos los nuestros, y psicólogos públicos.
Amémonos sin complejos, sin tabues, sin comparar y sin igualdad… que el qué más sepa, que enseñe!!

Y a las malas, Dios nos dio 10 dedos de consolación y mucha flexibilidad.

Muchas gracias y que ustedes follen bien.

¿Qué me pongo?


¿Qué me pongo?
Sean compresivos conmigo no se trataba de una cita cualquiera, era LA CITA, LA PRIMERA CITA, aquella que puede ser desastrosa, o provocar noches de pasión incombustibles.

He estado tres horas sentada ante el armario, con todo el cuerpo dolorido y las piernas entumecidas, mirando el caótico interior que me ofrecía mi viejo armario,casi vacío, porque a mi izquierda, encima de la cama, miles de combinaciones imposibles me aguardan para burlarse de mí.

Porque una cosa es el conjuntito que organizas encima de la cama, que queda supermono, y otra muy distinta, es intentar embutirte dentro de él.
La ropa interior ya la tenía elegida… (No nos engañemos, es el sujetador que mejor pecho me hace, no hay duda posible)
Miro el reloj. ¡¡Son las 8!!. Cojo el primero conjuntito, al azar: Minifalda vaquera y top semitransparente. ¿En qué momento de inconsciente optimismo he elegido un conjunto así?, ni me lo pruebo, lo desestimo inmediatamente.
Rebusco entre la ropa expuesta, aquí está; pantalón negro. Perfecto. El negro adelgaza, con un jersey negro de cuello vuelto ajustado, perfecto. Me lo pruebo.
-¡Ay, por favor, demasiado ajustada y demasiado funeraria! ¡Parezco una cucaracha con flotador!!
Busco algo más amplio.
-¡Esto! Esta blusa hippie rosita con flores bordadas… Éste es más bien clásico. Tampoco. ¿Y porqué tengo que pensar yo en si le gustará a él o no, ¡yo me pongo lo que quiera!?
Intento no ponerme en plan feminista y me sincero conmigo misma; quiero gustarle, soy humana… y llevo 7 meses sin tener una cita.

Son las 8.27, ¡elige!. Vaquero. ¿Y arriba, qué? ¿Escote? Escote, pero no mucho, lo justo. 8.35. ¡Ajá! Una blusa blanca. Me queda ajustadita y la desabrocho hasta el límite entre el bien y el mal. Me miro en el espejo. El sujetador es increíble. Sonrío.
Rápidamente voy al baño, cojo el botiquín de restauración y me pinto en 15 minutos. Ya son las 9!!! Voy!!!! Este pantalón me aprieta, he engordado. ¡¡Malditas navidades!! Me dan ganas de ponerme el chándal.
¿El chándal?Por un momento me viene una imagen. ¿Cómo él venga en chándal, le mato?
Descarto la idea.
20 minutos tarde. Todo un record. Me coloco el pelo por última vez mientras me repito a mi misma que estoy perfecta. Segura y firme, al menos lo intento, sigo el ritmo de mis tacones.
Le veo de espaldas, junto a la barra, esperando. Lleva un vaquero y chaqueta de vestir, rollito informal pero elegante. (¡Qué fácil ser hombre!).
Oye mis tacones, se gira, me ve, se me para el corazón y sonríe.

Cómo no me diga que estoy preciosa… le mato

¿Han sentido alguna vez...?


¿Han sentido alguna vez un nudo en la garganta al ver una escena de Amor?

¿Han llorado de risa, se han reído por no llorar?


¿Se han lavado la cara alguna vez con la brisa del campo?


¿Dormido sobre una piedra mientras nos canta una nana el fluido del río?


¿Han sobrevivido un día sin tele y sin ni siquiera echarla de menos?


¿Han disfrutado de la soledad?


¿Han seguido el aleteo de una mariposa hasta perderla de vista?

¿Intentado mover un vaso o una piedra con el poder “de nuestra mente”?


¿Se han perdido en un infinito abrazo, en una mirada intensa?


¿Han seguido andando cuando las piernas le decían “¡no podemos más!”?


¿Han bailado sin saber a dónde van? ¿Bañado sin la vestimenta adecuada para ir a nadar? ¿Cantado hasta quedarse sin voz? ¿bebido hasta la involuntariedad?


¿Han descubierto cuánto quieren a sus padres, a su hermano, a un amigo, a la abuela, en un instante cotidiano?


¿Han besado a alguien por seguir un impulso?


¿Se han sentido amados alguna vez?

El otoño, a veces nos traiciona, nos vuelve melancólicos y prisioneros del sofá. Pero también desde el sofá se puede volar… podemos volver a ser pequeños Peters Pan.


Camarero, cuando se pregunte si ha sido feliz en su vida, o si su vida ha merecido la pena, recuerde tan solo uno de estos instantes, y hallará la respuesta.

Gracias por su sonrisa, tendré que añadirla a mi lista de la Felicidad.

lunes

El estrés


Nunca pensé que mi médico me dijera: “Señorita, tiene usted estrés”. Todo el mundo recomienda ir a los Balnearios o hacer yoga, y yo claudiqué.

Nada más entrar, bañador o bikini, situación ya embarazosa, te obligan a ponerte un gorrito que te oprime el cerebro y unos patucos de plástico, made in el país anticonfor, que envasan tus pies al vacío. Rodeada de desconocidos y de esa guisa.. intenta relajarte.


Respiro profundamente y me meto en la primera piscina, donde hay chorritos que masajean cada parte del cuerpo.


Primer chorrito; Tobillo, no siento nada, gemelos, un ligero cosquilleo, rodilla, miro a ver si he puesto la rodilla en el chorro indicado y sí, estoy bien colocada. Los chorros para muslos y glúteos ocupados por mujeres, como no. Me dirijo a un cascada para la espalda, pulso el botón y los “chorros asesinos” me hacen una aguadilla y me dejan toda la espalda roja y dolorida. Salgo de la piscina sin poder parar de rascarme, el monitor me recomienda que antes de meterme en una sauna, pase por un circuito de agua fría. Meto el dedo meñique del pie izquierdo, un cubito de hilo cae a una fuente que al derretirse forma el agua donde este loco me ha dicho que me debo meter.


No le hago ni caso, y me dirijo a una sauna. Yo lo que quiero es relajarme… Y poder respirar!! Dentro de la sauna, no hay quién aguante, en Madrid en Agosto sudo mucho más y es gratis.

Salgo. Solitaria con esas pintas y muerta de frío, veo a gente flotando que parece disfrutar, se trata de una piscina con agua de sal.. ¡Que maravilla!

Entro, el agua calentita, que gusto, me tumbo.. por fin. Pero al minuto empiezan a escocerme todas esas heritas típicas que uno había olvidado, y que ahora empizas a recordar: Un padrasto, una ampolla de los zapatos, un rasguño.. todas reviven y a mí me están matando.


Salgo despavorida, olvidándome de mis patucos patinadores, que me hacen resbalar y caer junto al cartel de salida.

Como el joven que se acaba de caer ante el cartel de Salida del Continental Club. Seguir a los demás, el efecto “borreguismo”, el “Venga tío, tomate otra copa más”, trae consecuencias fatales y a mí la moda del Spa también.

Camarero, un vaso de agua por favor, y el hielo en un trozo de servilleta que aún tengo aquí un moratón.

Adoro el Silencio

Adoro el silencio, no sé porque la gente le tiene tanto miedo.

Ese silencio imprescindible en momentos de pasión, al contemplar un paisaje o al escuchar una canción..

El silencio que desenmascara una mentira, que corta la respiración. Que es cómplice de una mano descarada que bajo la mesa acaricia otra rodilla, confidente de los desconocidos que rozan la cintura de una mujer para disculparse al pasar, o esos silencios que… te deja en suspense.


¡Ay! Si los silencios hablasen..


Como el que vive ahora, en este preciso momento, es una primicia, me avergüenza tanta inocente excitación, pero a alguien se lo tengo que contar..


Es por ese hombre que esta ahí, al otro lado de la barra y me vigila.


Bebe deleitándose en cada pequeño sorbo, posa sus labios en la copa y me mira por encima del inoportuno cristal que me impide una nítida visión de su rostro.


Adivino una sonrisa en la comisura de sus labios y bajo la mirada, avergonzada, como si hubiera hecho algo malo, como una niña que ha roto un vaso..


Me recuerdo a mi misma la edad que tengo, y vuelvo a retarle, bueno, a mirarle disimuladamente. Ahí sigue, insistente...


Un silencio es un horror o una bendición. Y el silencio que hay entre nosotros es toda una insinuación.


El camarero me trae una servilleta en blanco, me sonríe y comenta que el caballero del otro lado de la barra, le ha pedido que me la entregue, para que yo escriba lo que quiera en ella.


¿Ah, sí? Camarero, vuelva a entregársela en blanco. Si es de mi especie, entenderá que cualquier palabra sobra, en este silencio que dice tanto.

Gracias.

Si el amor llama a tu puerta...


“Si el Amor llama tu puerta ábrela y no te lo pienses más…”

Así empieza una canción, y ciérrala rápido no vaya a ser que se vaya, o que entre otra persona, deberían haber añadido.


El Amor… esa leyenda urbana, ¿puede haber tanta contradicción una sola palabra?


El Amor… El Amor ha sido musa de poetas, excusa de suicidas, inspiración para películas y desesperación para masas.


Fue fiel y ahora es infiel, eterno para pocos y loco para muchos.


Te da todo, al igual que te lo quita, y a veces, sin saberlo, tienes que compartirlo.


Difícil de conseguir y más aún de mantener.


Capaz de sacrificarse al máximo y de exigirte todo a cambio.


El amor, de pareja por concretar, tan especial en cada una e idéntico entre todas.


Viajero entre los dos polos de un imán, el placer extremo y la inquietante ansiedad.


El amor ese gran desconocido, que a veces no quiere ser conocido…

Ese es el gran error de nuestros tiempos: Permitir que el Miedo cierre las llaves de la puerta de la canción.


Si el Amor llama a tu puerta, ábrela, no seas tonto… Y si no llama, pues hazlo tú.


Camarero, un cocktail, dulce, el que usted prefiera, me dejaré sorprender, y si me gusta… le invito mañana a comer.

La edad adecuada


Da igual la edad que tengas, siempre alguien te amarga el día con un: “Hombre, que ya no tienes edad..”

En la infancia, no tienes edad ni de opinar. A pesar de que siempre digas la verdad, o por eso mismo, ver, oír y callar.


Cuando eres niño, no tienes edad para elegir tu ropa, la comida, o qué prefieres en tu tiempo libre, ya decide mamá si apuntarte a informática, chino o yoga, que relaja mucho, y así, la acompañas.

Hasta los 18 no podrás conducir, ni votar, ni fumar, ni viajar solo, ni firmar las notas, ni ver todo tipo de películas. Cumples 18, y sigues sin tener edad de hacer nada, mientras vivas bajo este techo.

Por fin, consigues independizarte pasados los veinticinco, pero el banquero te recuerda que no tienes edad para la hipoteca y necesitas un aval.¡Pero si no tienes edad para tener nada en propiedad!


El círculo kafkaiano social te recuerda que se te está pasando el arroz, que ya no tienes edad para ponerte esa minifalda y pronuncias una nueva palabra “resaca”


Te quedas sin descuentos, sin carné joven y sin becas. ¿Y si cuando eras menor de 30 no tenías ni un euro para aprovecharte de las ofertas, no se pueden canjear ahora?


Ya no tienes edad ni para tener hijos. El riesgo de infertilidad se multiplica. A los 40 la naturaleza nos da la espalda y recurrimos a la ciencia; cremas antiarrugas, champús anti-calvicie, y el Dr. Martín ya no es un desconocido.


A los 50 la sonrisa de ligón se convierte en la de viejo verde, y las agujetas del día siguiente te recuerdan que ya no tienes edad para bailar hasta el amanecer.


En la tercera edad, no tienes edad, ni para respirar.


¿Quién a puesto esos límites absurdos, que están peor puestos que los límites de velocidad en ciudad?


Prejuicios.


Tiene usted 50 años haga un curso de buceo, mamá apúntate a clases de conducir. Abuelitos hablen, que son un libro de sabiduría, salgan a tomarse un vinito con los nietos en la visita de una vez al mes.


Jóvenes, sean jóvenes siempre.


Si alguien les vuelve a decir, “hombre.. que ya no tienes edad para..”, seguramente sea porque él no tiene fuerzas para..


Camarero.. ¿podría ayudarme?, es que me he comprado estos patines y soy incapaz de levantarme.

Cirugía estética


Si alguna vez en tu vida has deseado ser como la muñeca Barbie o como Ken, hoy puedes serlo. Si nunca lo has deseado, pon la tele y te convencerán de que necesitas serlo.

Pestañas postizas que promete un Rimel inexistente, cremas anticelulíticas milagrosas, y aparatos abdominales amigos del photoshop.

¡Por el Amor de Dios!, y clamo a Dios, porque ya no sé a quién clamar.

¿Todo el mundo se ha vuelto loco? Empezaron con una cremita hidratante inofensiva, y ahora permitimos que un niño no reconozca a su madre.

Copiamos de los Americanos el programa Extrem Makeover, que promete a sus participantes "una vida nueva" gracias a la cirugía estética. Pero quién les asegura que esa vida va a ser mejor, y quién dice lo que es bello ¿los americanos? Que no reconocen la belleza del violinista Joshua Bell con su Stradivarius de 1713, cuando toca en el metro, pero si pagan 100 euros por butaca cuando van a verle.

Llega el verano y el bombardeo es insultante, nada comparable a la guerra en Irak, pero duele, es otro tipo de muerte, que nos dejará elegir entre la anorexia o el suicidio por depresión. Muertes contemporáneas por exceso de consumismo y frivolidad.

Operación Bikini, ¡10 kilos en solo 3 semanas!, te ayuda a regular tu organismo, 0% de materia grasa…son títulos que a todos nos resultan familiares y nos deberían escandalizar.

El horror está aquí y hay que pararlo. El horror no es una niña de 13 que esté gordita, no. El horror es una niña de 13 años con botos.

Todos hemos tenido motes y sufrido humillaciones en la peor época de nuestra vida, la adolescencia, pero hemos sobrevivido sin cirugía estética. Tus padres te ayudaban a aceptarte como eras, a cultivar tu interior, y te obligaban a comerte todo el plato. ¡Ahora conozco a una madre que le ha regalado una 100 de pecho a su hija por aprobar todas, en vez de una bici!

No estoy en contra de la cirugía, cuando se utiliza bien. Sin extremos. Sin llegar a encontrarme, como me ha ocurrido hoy a 4 mujeres de 60 años, que creen aparentar 30, exactamente iguales, como robots, que no quieren que sus nietos les llamen “abuela”, ¿y cómo las van a llamar? Llega una quinta mujer, en discordia, al Continental Club, agacha la cabeza al sentarse junto a ellas, avergonzada porque no está operada. Es la mujer más guapa y dulce que he visto en mi vida.

Me quedo con esa belleza, me quedo con Paul Newman, me quedo con cada arruga provocada por cada sonrisa en su vida, las ojeras testigos de sus noches de juerga, el pecho caído de alimentar a un hijo. Me quedo con un corazón vivo y no fabricado.

Si esa mujer o cualquier otra persona me escucha, levanten la cabeza, enséñenme su vida. No dejen que la sociedad borre su propia identidad.

Sabe qué camarero, hoy le veo especialmente guapo.

El Vagabundo


Yo, que reniego a veces de la condición humana, de su hipocresía, envidia y egoismo, hoy la adoro. Ver acciones como la de hoy, me dan esperanzas para creer que no todo está perdido.

Voy en el autobús, caras de agobio y entristecidas en el interior. Suben dos adolescentes irrumpiendo esa pactada apatía. Una pasa primero, la otra se queda para pagar.. y se da cuenta de que no tiene suficiente, llama a su amiga, ¡Laura!, pero su amiga no le oye.


Entones un vagabundo impedido sentado junto al conductor grita ¡Laura, tu amiga te llama!.


Laura esta vez se acerca, su amiga sonrojada le da las gracias al vagabundo, es educada al menos.


-Déjame tres euros tía.


Pero Laura tampoco tiene dinero. Entonces el vagabundo saca su vaso transparente de plástico, ese que siempre deja junto al cartón que pide limosna y que nadie lee.


-Coge lo que necesites. dice a la joven.


La joven inmóvil no sabe qué hacer, el vagabundo insiste, agitando su vaso, que hace repiquetear las pocas monedas del interior. La joven introduce la mano para cogerlas, no para soltarlas, gesto que tal vez jamás haya realizado, y que ahora se replanteará siempre.


El vagabundo agradecido agacha la cabeza en un gesto adquirido.

Compran los billetes y una vez pagados, un ejecutivo maduro pregunta que si necesitan más, la joven afirma que NO, ya no.

Eternamente sonrojada se despide del vagabundo, mientras el autobús palidece.


El vagabundo se siente aceptado, valiente y solitario, avanza por el pasillo para sentarse junto a alguien. La mujer elegida, sonríe encantada y empiezan a conversar.


Dos mujeres sentadas detrás de mí, al oírla reír divertida, reclaman envidiosas a su amiga:


-Maruja, aquí tienes un sitio.


Ella se gira con una amplia sonrisa encantada, “Tranquilas, ya me quedo aquí”


Nuestro vagabundo convertido en príncipe, se gira y las saluda con otra leve inclinación de cabeza.


Las mujeres cuchichean indignadas, mientras ellos indiferentes continúan riendo a carcajadas.


Camarero por favor, hoy vengo con dos amigos especiales, ¿nos puede poner algo diferente?

ATRÉVETE!!!!!!!

ATRÉVETE!!!!!!!

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