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miércoles

Una Adicción como otra cualquiera.

Cada uno es adicto a algo, a lo que quiere, o a lo que puede.

Yo soy adicta a muchas cosas. Pero a lo que más, a besar.

Me encantan los besos sonrisa, los furtivos, los robados, los intensos, los suavecitos, los que acarician, los que devoran.

Los besos hambrientos que siempre quieren más, los esclavos, que al ser liberados se convierten en un huracán.

También hay besos menos queridos, los antiguos, los falsos, los inapetentes, los de compromiso.

Besos dados, que se desperdician, que no quieren aterrizar en esa boca in merecedora, sino volar, en busca de otra boca.

Besos que te hacen sentir vivo, que te dan energía, ganas de vivir, de luchar, de más.
Besos de ánimo, de amistad, de apoyo, de confianza, esos que se dan bien seguros, tajantes y afectuosos, mientras te susurran: “tranquilo, estoy aquí”.

¿Y qué me dicen de esos besos que gritan “te deseo”?. Esos a cámara lenta, sin prisas, barrocos, repetitivos al disfrutar una y otra vez más, de acariciar, ese cachito del interior superior lateral del labio besado.

No solo saben hablar los besos, también piden, mienten y desenmascaran. Lamen, muerden, juegan y se desvanecen.
Los hay lentos y fugaces, rápidos y con tiempo, pausados y acelerados, olvidados y permanentes.

Mi preferido, es el beso mítico, ese que aún permanece en nuestra mente, y me hace escribir estas líneas.

Estamos en Enero, y todo el mundo quiere dejar sus adicciones: el tabaco, comer, para perder un par de kilitos de más, o ahorrar.

Yo también he pensado en dejar mi adicción, pero si fuéramos todos perfectos, esto sería un aburrimiento, ¿no?.

ATRÉVETE!!!!!!!

ATRÉVETE!!!!!!!

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