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viernes

Será la Navidad


Podría ser un cuento de Navidad, pero sucedió en realidad.

Era uno de esos días en los que la lluvia te impide elevar plenamente los párpados y la visión limitada se reduce a un metro de distancia o al siguiente charco que esquivar.

Nunca suelo llevar, pero hacia demasiado frío para ir nadando y agarré el típico paraguas publicitario que si bien es horroroso al menos no se da la vuelta y termina en la primera papelera.

Era un día horrible, pero estaba incomprensiblemente feliz.

Oía música en la calle, en cada gota que antes de expirar decía sus últimas palabras, bailé un frenético rock and roll con los granizos, los parabrisas seguían el ritmo y las bocinas eran un gran coro en armonía. Cuando de repente, casi choco contra él.
Un barrendero intentaba rescatar una bolsa aprisionada bajo un contenedor con la ayuda de una viga. Me acerqué y me subí al madero. El hombre me miró dos veces incrédulo, pero después sonrío y salté sobre el tablón, él tiró enérgicamente y la gran bolsa respiró entusiasmada.
Su gracias me hizo sentirme aún mejor y mi corazón se agrandó, continué caminando y la veo. 
Era tan difícil de descubrir como un tesoro, delgada como una cerilla que se equilibraba con la carga de la compra. Una joven empapada -a su paso un caracol la adelanta- estornuda y corro a cobijarla. “Thank you”, dicen sus ojos brillantes, la dejo en su portal con 5 kilos más de bienestar.

Ya estoy en el paso de cebra esperando la verde señal. Enfrente mi destino final, a mi derecha un anciano pierde su báculo, mi mente risueña se anticipa a la acción. Me agacho a recogerlo y entonces sucedió. 
Al gran remanso de agua causado por la alcantarilla agobiada le da por convertirse en ola y me inunda. Le grito enfurecida al autobús que huye veloz y reclamo al cielo justicia, pero no recibo contestación. 
Alzo los ojos y el anciano sigue ahí a 10 pasos de mí. Me acerco a entregarle el bastón y él, en un lento gesto me tiende esos pañuelos de tela que yo ya creía obsoletos. Casi me hace llorar tanta ternura. Muchísimas gracias bonita… Y lo crean o no, en ese preciso instante sale el sol un segundo para hacerme un guiño.

Por favor camarero abra una botella de champán… Brindemos por los momentos mágicos y por las personas especiales que nos regala la Navidad.

miércoles

Nunca se sabe...


Cuándo crees que ya te conoces, ¡zas!, la realidad te vuelve a abofetear.
Yo nunca me he considerado una chica enamoradiza, más bien desconfidadiza, pero me ha vuelto a pasar, me he vuelto a enamorar.
Anoche fui a un concierto de Jazz y aquel piano me hizo llorar.
Aquella negra voz me estremeció y me preocupó, porque quién cantaba era una señora estupenda y maravillosa pero señora al fin y al cabo. Que conste que me considero bastante liberal (que cada uno ame a quién quiera y todos se respeten entre si) pero mi tendencia sexual siempre la he tenido cristalina. Aparte que no era una mujer nada atractiva, no debía de llegar a la barra de un bar si es que podía pasar por la puerta, pero su voz embelesadora, esa forma de deleitar me hicieron gritar: ¡Guapa y guapa!.
Al día siguiente fui a pasear bajo este sol insistente otoñal para ver si podía quitármela de la cabeza y mirando los árboles, la luz, me volvió a pasar. El color de las hojas caídas esa amalgama verde, rojiza amarillenta me hipnotizó -que conste que no lo digo de una forma metafórica o poética- realmente me afiancé en el césped extasiada y de allí no me moví hasta que el atardecer fue soplado por el tiempo y se desvaneció.
Es tan impresionante la belleza, disfruto tanto de los momentos distintos, intensos, fugaces que me entrego por completo intentando exprimir todo su jugo.
Me dejo llevar por la vida que me marea y me vuelve a empujar.
Me conquista el taxista casi jubilado al contarme que soy su última carrera, porque son sus bodas de oro y su mujer le espera para salir a cenar.
Me seduce el joven entusiasta que exige sus derechos sin violencia.
Me fascinan las madres solteras que se aferran a sus hijos. Mi gata mientras duerme. El médico cuando me hace caso. Me enloquece quién me hace pasar una noche en vela.
Sé que me arriesgo mucho, porque luego llega la desilusión, el desamor es doloroso y cruel, etc., etc. Pero como diría mi abuela; que me quiten lo bailaó.

Camarero, pero qué bien tira las cañas. ¡Hay que ver!.

jueves

Mil caricias


-¿Hace cuánto no le acarician a usted?- me preguntó el doctor.
Yo no sabía si era una proposición o una pregunta en serio, después me explicó que se trataba de una enfermedad común llamada “Falta de Amor”.
Vivimos encorsetados por pautas sociales establecidas, nos tocamos poco, incluso llega a molestarnos si en el cine a algún extraño se le ocurre compartir nuestro reposa-brazos. Nos volvemos rayos, o contorsionistas -si estamos sentados-, al escuchar: “Perdón, me deja pasar”.

Salvo que sea para conseguir un fin; saludo, despedida o consumar el acto sexual, no nos tocamos ya.

Ahora se seduce con palabras no con caricias, los besos se mandan en mensajes cortos en vez de dejar a los expertos labios actuar, y cómo regalo de aniversario sustituimos dar un masaje a la luz de las velas, por enviar un poli-tono que como la campana de Pavlov sonará el día en que os conocisteis los dos.

¡Esto tiene que terminar!. El tacto es importante no solo en los bebés, donde su ausencia pone en riesgo su corta vida. El contacto amigable, cariñoso, es una fuente de salud y de felicidad. Está comprobado que las caricias sosiegan, dan placer, seguridad, tienen propiedades semejantes a la morfina pero sin efectos secundarios… y además tocándonos expresamos mejor que de ninguna otra manera; después de un mal día, prefieres un fuerte abrazo a mil palabras vacías.
Así que fui a la farmacia con mi receta de caricias. La dependienta agria esputó:
- No tenemos.
-¡Cómo que no! Busque usted bien, seguro que vienen en cajitas, de diferente cantidad e intensidad. Imagino que el término “caricias” es genérico, me da igual la marca.

Me tuvieron que tocar para sacarme de allí, pero con cierta agresividad que no me ayudó, solo originó este chichón.

Estoy en el Continental Club, es la primera vez que el camarero me mira así, se acerca, tiemblo, extiende su mano con ternura extrema, me acaricia suavemente la frente, y la desliza hasta mi ruborizada mejilla. Sonríe y me invita a una cerveza más…
Nunca se sabe en qué lugar te pueden curar.

lunes

La vida es puro teatro.


Cada uno debido a nuestra corta capacidad de globalizar en este mundo de película elegimos el papel de “ombligo mundial”.

Por ejemplo; podría estar en la playa entregada al dios Sol, enterarme de que Lehman Brothers ha caído en bancarrota y contestar “Ajá” -mientras bajo lentamente los tirantes de mi bikini- no vaya a ocurrir la fatalidad de quedarse enmarcada mi clavícula.

Podría estar en la cama con fiebre y enojarme con razón si el resto del universo no me llama preocupado por mi pronta recuperación, que se cierre el Corte Inglés hasta que me encuentre bien.

O conocer el fallecimiento del insustituible, admirado e idolatrado Paul Newman, y suspirar resignada “con lo guapo que era” mientras hago zapping enloquecida para disfrutar de alguna de sus inolvidables películas.

En este bombo redondo de la casualidad o causalidad, los padres son el principio del cuento, aunque sólo se pone interesante cuando uno hace su aparición estelar.

Después vamos otorgando a nuestros amigos, vecinos, al panadero, al taxista, al mendigo, al amante, al del quinto.. los papeles secundarios, terciarios, antagonistas, extras, y solo un o una co-protagonista.

A mí en la vida de los demás me gustaría que me diesen una colaboración especial; apareces, dejas huella y te vas.

Si rebobinas, en tu vida, siempre recuerdas dos o tres nombres: de aquella noche inolvidable, una conversación inusual, o algún loco de esos raros, que se salen del “Hola, ¿qué tal estás?”.

Dicen que antes de morir, en nuestro inagotable egoísmo, proyectamos en un túnel nuestro largometraje para ponerle el final.

Así que puestos a elegir, yo prefiero una vida de comedia, incluso género musical, que en el último momento si puede ser, me vaya con una sonrisa.

Camarero.. ¿quiere formar parte de mi película?. Tal vez un punto ”X”, no le vendría nada mal.

viernes

Sí quiero


Me gustas, me encantas, te deseo, te quiero, me vuelves loca, te echo de menos, te amo, por ti muero… Son expresiones previas al “Sí quiero”.

Declaraciones de amor predecesoras al vestido blanco, ahora color beis contemporáneo.

Las bodas; el dinero que cuestan y lo poco que duran.

He de reconocer que disfruto de mi elegida soltería, que no suelo ir a misa, pero que se me ha caído la lagrimita emotiva al escuchar la leyenda que el señor cura relató mientras casaba esta mañana:

“Había una vez una pareja que se amaba con vehemencia, ambos eran muy pobres y el día de su aniversario no sabían qué regalarse.

Él iba siempre con su pipa, caminaba, pensaba, leía con la boquilla invariablemente posada entre sus labios cada vez más emburujados. Lástima que no pudiese encenderla pues carecía del parné suficiente para adquirir tabaco.

Ella poseía la melena más larga, morena y envidiada de todo el pueblo, la había dejado crecer durante incontables primaveras, mas ese día decidió talarla, y con el dinero conseguido comprar tabaco a su marido.

Impaciente por entregarle su regalo, ella le esperó asomada al florecido balcón. Al caer el sol, reconoció la silueta familiar que venía tranquila por el sendero de todos los días. Cuando la sombra se convirtió en luz ella descubrió que su amado venía sin su inseparable pipa, triste le preguntó por su paradero, y él con lágrimas en los ojos al ver el cabello partido de su amada respondió que la había vendido para regalarle un hermoso cepillo con el que acariciar su divina cabellera.”

Linda historia sin dudarlo, pero yo, después, honestamente, me quedé pensando en la imagen de ella con un cepillo y sin melena que cuidar, y en él con el tabaco pero sin su pipa dónde fumar. Comenté mi conclusión a una pareja de enamorados que serán los siguientes en entrelazar sus manos: “Pues, a ella le volverá a crecer el pelo ayudado por el cepillo de él, y podrán comprar la pipa para fumarse juntos el tabaco.”

Respuesta maravillosa y optimista donde las haya, conclusión que solo los enamorados pueden vislumbrar.

Me rindo ante el Amor que encuentra siempre solución.

Camarero, imagino que es verdad, que el Amor perdura tal vez dependiendo de cuánto estamos dispuestos a sacrificar. ¡Oh, Dios mío soy una soltera egoísta!, póngame un Gyn-tonic más.

Oe oe oe


Hay dos cosas que han movilizado a todos los españoles esta semana. La Eurocopa y las Rebajas.

¡Oe Oe Oe Oe! Dos simples vocales llenas de gloria. El diptongo que casi todo el mundo vitoreó.

Yo quiero recordar esa euforia. Porque nuestra querida España necesita esos momentos de amor colectivo, está carente de más instantes de plena coalición.

Lo mejor no es que ganara España, lo mejor, es ver a España unida, que al grito de “oe oe oe”, el basurero trabajador, el bombero, el niño disfrazado de bandera que cree que ganar una Eurocopa ocurre todos los días y la camarera que invita a una más, contestaran emocionados oe oe oe. Que la gente se abrace, se bese, se bañe sin camiseta re bautizándose en orgías in discriminativas, ¡viva el efervescente desenfreno bajo el son del oeoeo!.

Pero al oe oe le ha salido un competidor, letras contra números, también son dos, el 5 y el 0 que componen un 50% de descuento.

Si hay gente perseverando en la plaza de Colón, también los hay desvelados por ser los primeros en cruzar la línea de la victoria, el umbral del centro comercial.

La locura de la competición ahora es en vivo y en directo, en el fútbol eres un mero observador, pero en las Rebajas… ja, el riesgo, la lucha es un tú y yo, uno se convierte en jugador y si consigues adquirir el espléndido vestido de tu talla sin manchar, la algazara es comparable al penalti que Casillas paró en la semifinal.

El fútbol y las rebajas las dos cosas que mueven España.
 
Los hospitales de Madrid cerrarán 1.896 camas este verano, los pleitos contra la Administración duran una media de cinco años rapidez en la justicia, un hombre con orden de expulsión y de alejamiento mata a su ex novia, El presidente de la CEOE cree que habrá 1,5 millones de parados más en un año, la luz es un 16,6% más cara… y ¿cuántos se congregan en Cibeles, cuántos famosos van animar a los manifestantes?. Querer es poder, ya lo hemos vivido, entonces…

Ay, Camarero, por favor, póngame una cañita más, que debe ser el calor, el que me hace pensar… en cosas tan absurdas.

sábado

Dicen que la vida


Dicen que hay que exprimir la vida, sacarle su jugo y saborearla. Entonces por qué nos empeñamos en que sea amarga.
Es ilegal aparcar gratis en la calle sin ningún tipo de seguridad. Vedada la consumición de alcohol en el exterior, a no ser que sea en una terracita abonando el triple por la consumición.
Lo siento, para entrar aquí se requiere ir con chaqueta: “¡Voy a comer con los cubiertos no con la corbata se lo prometo!.”
Antirreglamentario nadar sin gorrito, traje de baño y gafas, anulada la diversión de bucear en absoluta libertad.
Espere su turno, prohibido fumar, a las tres cerramos, restringido el paso, perros no, aquí no se puede sentar, prohibido pintar, no fotos, no perturbar no se puede hablar, me falta el cartel de evite respirar.
Sé que hay cosas permitidas, pero si son apetecibles se encargan de engendrar un sentimiento de culpabilidad.
El primer helado del verano, viene acompañado de: “Un segundo de placer toda la vida en las caderas.”
Aquí tiene la sal, usted verá, elija entre el sabor o la tensión. Operación bikini, censura de la degustación.
El agua fría es buena para la circulación, la caliente para el reuma, dicotomía contra indicativa.
El único privilegio colectivo parece ser el sexo, perdón, hacer el amor. Eso sí, solo con tu pareja, después del matrimonio, sin posturas inadecuadas o pensamientos impuros, una vez, mejor si es sábado y por la noche.
Yo debo de ser un poco rara porque no encuentro mayor satisfacción que acariciar el cuerpo desnudo con el que he compartido una botella de vino y fresas cubiertas de nata al amanecer, después de que los vecinos hayan ensordecido con los suspiros, darme un baño sin pajarita en el agua salada del mar y devorar un entrecot en su punto para volver a empezar.

Camarero, acabo de descubrir porque mi abuela siempre tenía una sonrisa en la mejilla, ¿sabe por qué?, nunca hizo caso del “prohibido” en un cartel.

martes

La Musicología


Que quiten esa canción de Chavela que llora por el patio y me está taladrando el corazón.

O, por favor, suba esa canción conductor..
Y que me dicen, del momento, tranquila no llores más, mira, escucha esto, y suena “I will survive”. El cuerpo empieza a agitarse sacudiendo las penas que se evaporan como estrellas fugaces para rápidamente desaparecen.

¿Bailas? Sí. Y una mano masculina nerviosa, torpe roza la cintura femenina, los pies torpemente empiezan a girar lentamente sin saber muy bien hacia dónde girar. La mano femenina se aproxima temblorosa al hombro varonil, poco a poco irá deslizándose más hacia el cuello permitiendo al afortunado abrazarla un suspiro más, hasta llegar a embriagarse por el olor del compañero, cerrar los ojos… y dejarse llevar por esa música, que nunca olvidarán.

Una canción es mejor que una liposucción, te hace rejuvenecer 20 o 30 años atrás, es la máquina del tiempo perfecta, con un poco de imaginación, uno puede trasportarse al lugar que prefiera.
¡Esa salsa en Nicaragua mi amor!, el “paquito chocolatero” de las fiestas de mi pueblo, los lagrimones que me caían en el concierto de Liza Minnelli cantando “Maybe this time”, ese primer beso al escuchar... inténtenla recordar.

Las canciones tiene su propia personalidad, casi más que los seres humanos, mi padre es música clásica, mi madre alguna copla improvisada, mi hermana española desenfadada, él es música africana, ella puro jazz… y yo una mezcla de todas que varía según el día.

Con solo 15 años a un chico le han recetado Prozac, todo el mundo pide un Ibuprofeno al menor síntoma de molestar, vitaminas para la piel y viagra para el amor.

Yo nunca he sido de automedicarme, y tampoco está la seguridad social para fiarse, así que yo he inventado mi propia terapia, “la musicología”: La utilizo como relajante general, medicina contra el dolor y arma de seducción.

Perdón, camarero, he traído este CD, la canción número 3 se la quiero dedicar a usted.

lunes

La otra cara de la moneda


Últimamente me siento como Verónica Forqué en Kika: “no sé lo que me pasa pero esta cabecita no para”.
Hace GRRRRR GRRRRRR, todo el día centrifugando. 523.000 tareas pendientes, y solo 16 horas al día para resolverlas todas.

Notas que florecen y desaparecen, que salen y entran de mi mente, como una manga roja a través del cristal de la lavadora, un trozo de pantalón o un calcetín blanco cuando la colada era de color.

Tengo que terminar aquel proyecto, ir al médico, contestar el correo, hablar con el vecino de la gotera, comprar el regalo cumpleaños de mi abuela, ¡depilarme!, llamar a mamá, ir a trabajar, sacar a la perra, ¿tenía novio?, creo que sí, a ver si aprovecho 5 minutos libres y nos vamos a dar una vuelta.

Me ataco, me tranquilizo, me dan bajones, y luego estallo en mil estornudos devastadores, ¿será la Primavera, que la sangre altera?
Bueno, ya tengo la excusa perfecta, y la mala suerte de que me ha tocado la otra cara de la moneda. Debo sufrir astenia.
Yo veo a la gente tomando cervezas en las terracitas, a los guiris entregándose en ropa interior al Rey Sol y la multiplicación de parejas que con deseo se muestran al igual que las flores abiertas. Más horas de luz, de euforia, de deseo sexual, un cambio hormonal que a mí (que quieren que les diga), me sienta fatal.

Cansancio, abatimiento, sentimiento de tristeza.. esa es la otra cara de la moneda de la Primavera.

¿Pero sabes qué, Traicionera? Que tú eres una simple estación, y el 21 de Junio termina tu revolución, o con el calentamiento global, quince días te quedarán. Me has pillado desprevenida, pero que en un par de días, voy a ser yo, la que te vuelva loquita.

Camarero, una Margarita, por la primavera. Por qué a todo esto, ¿a usted que cara de la moneda le afecta?

domingo

¡QUÉ PLACER!


Si juntas suavemente tus labios en un dulce auto beso, para liberarlos lento con un soplo de aire fresco, la “P” sonará entre el viento.

Si tu lengua acaricia lentamente el paladar, para caer en paracaídas hasta el suelo de la boca, será la “L” la sílaba que suene.

Al abrir la cavidad bucal, nacerá la feminidad, la letra “A”.

La “C”, muerde dulcemente la punta de la lengua que se cuela juguetona entre los dientes entreabiertos, que le dan la forma.

Reposa la “E” , porque enseguida viene la “R”, movimiento vibrador que despierta los sentidos que componen la palabra PLACER.

Nos quejamos sin dolor y el que no se consuela es porque no quiere, porque vida no hay más que una, ni mal que cien años dure.

Si a nadie le gusta sufrir, ¿porqué a veces nos regodeamos, y los placeres terrenales los obviamos?

El primitivo, el simple deleite de beber agua cuando uno tiene sed.

El placer de escuchar, de sentir una buena canción, de disfrutar de una película, de una buena conversación.

El placer del café de por la mañana, del día que uno se puede quedar remoloneando en la cama, de un huevo con patatas, de tumbarse en un jardín, de reír.

El gustazo de terminar por fin un trabajo, de quitarse un peso de encima, de conseguir ir al dentista.

¡Oh!, de una ducha por la mañana, de un baño sin reloj, de retener el tiempo en una contemplación. Mmm.. el chocolate, un helado, chocolate.

En cada día, todos los días, hay un segundo como mínimo, un minuto de placer, no hay que aplastarlo, hay que gozarlo.

Sobre todo si eres muy afortunado, y puedes Amar. Ese placer supremo, que nos cambia la cara, elimina las tensiones del cuerpo y rescata el alma. Ese máximo placer de un cúmulo de caricias, de besos a cámara lenta infinitos, de arrebatos de descontrol… aprovéchalo.

La vida es maravillosa, y tú puedes hacer que lo sea más.

Placer, qué placer poder disfrutarte.

Camarero, un vino, pero déjeme la carta, que me voy a permitir un capricho.

jueves

Un día "genial"


Hoy no he tenido un día malo, ni regular, hoy he tenido un día imposible de olvidar.

No suena el despertador, me despierta la luz del sol, tengo que prescindir de dos tostadas de aceite con tomate, e ingerir rápidamente un solo café que me despierte.

Ducha rápida, he olvidado encender el calentador con las prisas, y se convierte en una ducha made in Rumania.

Me viste lo primero que encuentro, es decir, la ropa de ayer. Llueve sin piedad. ¿Me pregunto qué más me puede pasar?

Que el coche no arranque. Genial.

Pillo un taxi, no tiene cambio.

Me acerca al cajero, la tarjeta es abducida por el banco, ¡tampoco habrá desayunado!

Llego al trabajo, mi jefe está enfadado, tengo que adelantar trabajo, y el becario guapo ha rescindido su contrato.

Es hora de almorzar, mi “ex” está sentado en la mesa de atrás. Una rubia sonriente le pone ojitos cada 5 suspiritos, y a mí me entran ganas de gritar.

Grito, nadie me escucha. Grito y vuelvo a gritar.

No recuerdo en qué momento me sujetan por detrás.

Salgo a la calle más relajada, y un autobús me empapa.

Resignada me encamino a casa, he olvidado las llaves y no hay nadie que me abra.

Me dan ganas de llorar y me siento a esperar.

Unos niños juegan al fútbol, un balón mal golpeado vuela divertido en el cielo cristalino.

Su meta parece ser mi cabeza, por impulso me levanto, y con esta simple acción desvío el verdadero receptor, un pobre anciano que paseaba enajenado.

El balón-misil me ha derribado, el anciano se ha librado.

Despierto en un hospital, y pienso: “Vaya, hoy no podré ir al Continental Club”.

Algo empapa mi muñeca, una lágrima de felicidad, una niña pequeña me besa sin cesar, por librar a su abuelito de un golpe casi mortal.

Sonrío agradecida y empiezo a recapacitar.

Si no hubiera tenido un día tan horrible, no hubiera terminado tan genial.

Sé que es prohibido


Le miro y sé que es prohibido.
Pero mis piernas son hélices de un cuerpo que al respirar las mueve de nuevo hasta aquí, hasta el Continental Club.

A un club, que deja de convertirse en uno más, para ser el único.
Por el simple hecho de que a veces, las yemas de sus dedos se escapan de la bayeta profesional que limpia la barra, y ocasionalmente rozan mi mano que reposa expectante.

Sé que me mira como a una clienta más, con sonrisa incluida por ser habitual, pero nunca hasta hoy me había fijado en sus labios carnosos que la enmarcan, ni en los dientes pequeños que la componen.
Ni en su espalda masculina, ancha y tan bien definida, que busca la bebida que me servirá su torso oculto, y que yo, imagino desnudo..
Sí se ven sus brazos Miguel Ángel, las venas, los músculos que los envuelven, marcados al coger esa botella que está un poco más llena.

Al posarla por encima de la barra, su camiseta se vuelve insuficiente, regalándome un poco de su intimidad.

Me pongo nerviosa y dejo de mirar, la chica que está al otro extremo de la barra le ha vuelto a llamar, divertida y descarada con sus amigas, toma una servilleta y escribe algo que me gustaría borrar.

Mientras yo calculo si tendré suficiente fuerza para lanzarle mi copa y que aterrice en el aeropuerto de su escote, su imponente espalda fabrica el muro de la paz y saco la bandera blanca desde mi escondite, en las profundidades de mi banqueta.

¿Por qué no me habré fijado en él hasta que se han fijado otras?

Siempre esperamos demasiado, y la mayoría de las veces suele ser tarde, por qué no seremos sinceros y preguntamos: tú me gustas, ¿te gusto yo a tí?, eso siempre lo dice mi abuela y los abuelos siempre llevan razón.

Camarero.. me gusta..¿le gusto yo usted?

VOTA A...


La ignorancia está infravalorada, es una frase casual, pero qué gran verdad.

Que felicidad la de hombre de campo, pendiente solo del temporal, de si se le escapa la vaquita Lulú y de… nada más.

Esa mujer, hogareña, sin carrera, preocupada por sus hijos, por qué hará de comer mañana, y… suficiente es ya.

Ese niño de 4 años, que juega al aire libre, tiene amiguitos, y si se hace una herida, Rosita la enfermera le cura enseguida.

Esos jóvenes con una casa en propiedad, que auto-construirán añadiendo un huertecito en la parte de atrás.

Todos duermen despreocupados porque ya saben a quién votar. Conocen perfectamente a Faustino el carnicero, alcalde de toda la vida, que aunque le dé un poco al anisete, trae las mejores orquestas en las fiestas del verano.

¿Pero nosotros, a quién votaremos?

Tenemos más información y formación, somos más cultos, estamos orgullosos de nuestro poder de discernimiento, poseemos estudios y una sanidad pública que funciona como el mercado, es decir por número. Escuelas públicas con profesores acobardados, exentos de vocación, algo que no me extraña. Inteligentes, porque compartimos piso para no ocupar los bancos de la calle, y sobradamente preparados, pero en el paro.

¿Habrá aún alguien que se deje engañar por los que se hacen llamar políticos?

Por favor, las campañas electorales se han convertido en el peor programa de prensa rosa, lleno de insultos y descalificaciones, ¿Alguien así, puede gobernar un país?.

Él: “Puedo prometer y prometo”, se ha transformado en: “Puedo mentir y miento”.

Acaba de empezar y ya no puedo soportar las fotos sonrientes, los lemas ridículos, y los “regalitos” si votas a... ¡Uno no sabe si le están vendiendo una crema dentífrica o que se abra una cuenta nómina.!

Perdonen que me ponga así, pero es que estamos hablando del futuro de nuestro país, del lugar donde vivimos, mal vivimos o sobrevivimos. Me preocupa.

Pienso, luego me deprimo. Cada vez me pongo peor si respiro el aire extra-contaminado de mi querido Madrid, sobre todo cuando voy a cualquier otro país y veo que el problema se solucionaría con un simple carril para bicicletas, y no con una nueva M-30.

Después vendrá el periodo de reflexión, periodo que a estas alturas, no creo que nadie necesite, pero que sería maravilloso, que Ellos, después de las elecciones, lo tuvieran. ¿Cómo les podríamos hacer reaccionar?

En nuestro voto o en el no voto, está la posibilidad.

Camarero, perdone ¿usted va a votar, o va a ahorrar para comprase una casita en Ventorrillo de Villareal?

viernes

Curiosidades del ser humano


Me encanta jugar a observar. Observar y dejar la imaginación volar.

Además solo necesito tres requisitos:
Estar sola, elegir uno de esos días en los que me siento especialmente sensible o sencillamente aburrida, e irme a una cafetería, a una hora tranquila y adueñarme de un rinconcito, con vistas a la humanidad.

El abuelo que intenta cruzar el paso de cebra sin ser arroyado.

El conductor trajeado con cara de estresado.

Un hombre que parece llevar más de 20 minutos intentado comprender cómo funciona la máquina de poner el ticket de aparcar.

La mujer sola, tranquila, que pasea haciendo tiempo, porque no querrá llegar a casa, o porque no tendrá nada que hacer en casa, y se queda petrificada ante cada escaparte.

El extranjero que fotografía con los ojos, cada piso de cada planta del edificio, por el cual yo he pasado todos los días, y que ahora, descubro gracias a él.

El hombre que camina despacio, se detiene, sin saber bien por dónde ir, una joven le pregunta una dirección, él le indica sonriente. La joven lo agradece y él la sigue, siempre despacio.

La pareja, que aún no es pareja
La pareja que va a dejar de serlo.

Un chaval escribiendo un mensaje, el amigo hablando con el móvil y un tercero con los cascos.

La niñera que arrastra a los niños cansados al salir del colegio.

Todos ellos desfilan delante de mí, en menos de 2 minutos. ¿No me digan que no es divertido?

¿Qué curioso es el ser humano? Cómo podemos ser tan diferentes y tan iguales. Gente que se cruza por la calle, y que puede que nunca se conozcan. O quizás compartan un segundo, una mirada, de sus vidas, en las que cada uno es su propio protagonista. Los demás seremos secundarios, extras o figuración, pero no hay que olvidar, que hasta la figuración es importante en una buena película.

¿Cómo dice camarero? ¿Quién me ha estado observando? Bueno, dígale que puede acercarse si tiene algún papel interesante que darme… Es broma, que venga de todas formas.

Enamorados


A mí España me encanta, país de la Fiesta Nacional y la Pachanga Universal.

Acabamos de pasar las Navidades, Reyes, hace una semana Carnaval, y dentro de poco Cupido aterrizará.

Corazones de todo tipo, peluches de todo tipo, todos rojos, mucho Rojo, por todos los escaparates, hasta en las tiendas de los chinos de alimentación, todo vale.

Algunos volverán a repetir las típicas dos palabras, que no han vuelto a pronunciar desde que se casaron, o desde el anterior 14 de Febrero.

Los que no tengan pareja las escucharán, y criticarán enojados el consumismo, la cursilería excesiva, o aprovecharán la ocasión para llamar a algún “ex” romántico.

Pero a veces, las palabras ebrias en la pared de un baño, pueden ser la mejor declaración de amor:

Si fuera capaz de escribir todo lo que siento por ti, me encerrarían por ladrón de palabras.

Si tuviera que besarte por cada vez que me haces sonreír, estaría siempre pegado a tí.

Si mis manos pudieran recorrer tu cuerpo, una y otra vez, incansables, se volverían a convertir en barro.

Si todo el mundo fuera capaz de sentir esto, o algo parecido, aunque solo fuera una vez en la vida, podrían morir tranquilos.

Yo te deseo a cada instante, y casi nunca te tengo.

Pero qué maravilla, estar enamorado, haber arriesgado, aunque luego se termine, aunque no sea posible.”

No sé si la dama o el caballero en cuestión, leería alguna vez, las citadas palabras. Quizás lo mejor de ellas, sea que cualquiera, pueda ser el destinatario.

Así que, felicidades, a todos los que están o estuvieron enamorados. Sobre todo a los valientes, a los que arriesgaron, a los que a pesar de todo, han abierto su corazoncito por segunda vez, o tercera o…

Camarero, ¿ha estado usted enamorado, alguna vez? Ah, que aún lo está. Bueno, pues estupendo, felicidades, ¿me pone otro vodka más?.

miércoles

Una Adicción como otra cualquiera.

Cada uno es adicto a algo, a lo que quiere, o a lo que puede.

Yo soy adicta a muchas cosas. Pero a lo que más, a besar.

Me encantan los besos sonrisa, los furtivos, los robados, los intensos, los suavecitos, los que acarician, los que devoran.

Los besos hambrientos que siempre quieren más, los esclavos, que al ser liberados se convierten en un huracán.

También hay besos menos queridos, los antiguos, los falsos, los inapetentes, los de compromiso.

Besos dados, que se desperdician, que no quieren aterrizar en esa boca in merecedora, sino volar, en busca de otra boca.

Besos que te hacen sentir vivo, que te dan energía, ganas de vivir, de luchar, de más.
Besos de ánimo, de amistad, de apoyo, de confianza, esos que se dan bien seguros, tajantes y afectuosos, mientras te susurran: “tranquilo, estoy aquí”.

¿Y qué me dicen de esos besos que gritan “te deseo”?. Esos a cámara lenta, sin prisas, barrocos, repetitivos al disfrutar una y otra vez más, de acariciar, ese cachito del interior superior lateral del labio besado.

No solo saben hablar los besos, también piden, mienten y desenmascaran. Lamen, muerden, juegan y se desvanecen.
Los hay lentos y fugaces, rápidos y con tiempo, pausados y acelerados, olvidados y permanentes.

Mi preferido, es el beso mítico, ese que aún permanece en nuestra mente, y me hace escribir estas líneas.

Estamos en Enero, y todo el mundo quiere dejar sus adicciones: el tabaco, comer, para perder un par de kilitos de más, o ahorrar.

Yo también he pensado en dejar mi adicción, pero si fuéramos todos perfectos, esto sería un aburrimiento, ¿no?.

ATRÉVETE!!!!!!!

ATRÉVETE!!!!!!!

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