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viernes

Será la Navidad


Podría ser un cuento de Navidad, pero sucedió en realidad.

Era uno de esos días en los que la lluvia te impide elevar plenamente los párpados y la visión limitada se reduce a un metro de distancia o al siguiente charco que esquivar.

Nunca suelo llevar, pero hacia demasiado frío para ir nadando y agarré el típico paraguas publicitario que si bien es horroroso al menos no se da la vuelta y termina en la primera papelera.

Era un día horrible, pero estaba incomprensiblemente feliz.

Oía música en la calle, en cada gota que antes de expirar decía sus últimas palabras, bailé un frenético rock and roll con los granizos, los parabrisas seguían el ritmo y las bocinas eran un gran coro en armonía. Cuando de repente, casi choco contra él.
Un barrendero intentaba rescatar una bolsa aprisionada bajo un contenedor con la ayuda de una viga. Me acerqué y me subí al madero. El hombre me miró dos veces incrédulo, pero después sonrío y salté sobre el tablón, él tiró enérgicamente y la gran bolsa respiró entusiasmada.
Su gracias me hizo sentirme aún mejor y mi corazón se agrandó, continué caminando y la veo. 
Era tan difícil de descubrir como un tesoro, delgada como una cerilla que se equilibraba con la carga de la compra. Una joven empapada -a su paso un caracol la adelanta- estornuda y corro a cobijarla. “Thank you”, dicen sus ojos brillantes, la dejo en su portal con 5 kilos más de bienestar.

Ya estoy en el paso de cebra esperando la verde señal. Enfrente mi destino final, a mi derecha un anciano pierde su báculo, mi mente risueña se anticipa a la acción. Me agacho a recogerlo y entonces sucedió. 
Al gran remanso de agua causado por la alcantarilla agobiada le da por convertirse en ola y me inunda. Le grito enfurecida al autobús que huye veloz y reclamo al cielo justicia, pero no recibo contestación. 
Alzo los ojos y el anciano sigue ahí a 10 pasos de mí. Me acerco a entregarle el bastón y él, en un lento gesto me tiende esos pañuelos de tela que yo ya creía obsoletos. Casi me hace llorar tanta ternura. Muchísimas gracias bonita… Y lo crean o no, en ese preciso instante sale el sol un segundo para hacerme un guiño.

Por favor camarero abra una botella de champán… Brindemos por los momentos mágicos y por las personas especiales que nos regala la Navidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

:D Definitivamente, me acabo de abonar a tus sonrisas, a tus guiños; Sueños y realidades.

¡Feliz Navidad!

Maribel Vitar dijo...

¡Qué bien!, han llegado los reyes adelantados.
Gracias Aida.

¡Feliz Año!

ATRÉVETE!!!!!!!

ATRÉVETE!!!!!!!

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